El funcionamiento se basa en el proceso de transformar un líquido en gas para separar las sustancias sin alterar las características del producto. Este proceso se realiza mediante la aplicación de calor y se fundamenta en los distintos puntos de ebullición. El disolvente se evapora de los productos contaminantes, se condensan y se dirigen finalmente a un depósito en forma de disolvente limpio y reutilizable. Los productos contaminantes quedan en el fondo del depósito de destilación y se eliminan fácilmente. Esta operación se puede realizar de forma indefinida sin que el disolvente pierda sus propiedades.